Fue desde América Latina en la década del 70 que se planteó, por primera vez, la urgente necesidad de democratizar la comunicación. Han pasado cuatro décadas desde entonces, y hoy en nuestro país se plantea la inminente necesidad de retomar aquellos revolucionarios planteamientos, que señalaban ya la indisoluble relación entre comunicación y democracia.

Este planteamiento, revolucionario en su momento, no ha perdido vigencia, es más, cada día se actualiza, se renueva y sigue siendo uno de los desafíos más importantes para las sociedades que optaron por la democracia como una forma de convivir y construir entre diferentes.

Como resultado del activismo de pensadores latinoamericanos, principalmente, recordemos la Primera Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Nacionales de Comunicación en América Latina (1976) que se convirtió en el antecedente más inmediato de las reflexiones que más adelante continuarían cuestionando, entre otros aspectos, los modelos de comunicación verticales.

Un adelanto significativo  representa el estatus de derecho humano que ha alcanzado la comunicación en el plano discursivo, entendida como derecho/responsabilidad, que nos asiste a todas y todos los ciudadanos, sin restricción, y que ha sido incorporado en la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia (Vale la pena apuntar que en la década del 80, el Informe MacBride colocaba a la comunicación como un pre-requisito para la realización de los otros derechos humanos, donde se hacen presentes los principios tales como la libertad, la inclusión, la equidad, el respecto a la dignidad e integridad de las personas, la participación, entre otros).

Comprender la implicancia que tiene el derecho a la comunicación, en el campo de la gobernabilidad democrática, es situarla más allá de los medios, pero al mismo tiempo de la mano de ellos, toda vez que está ligada al derecho y acceso a la información, así como al acceso a las tecnologías de la comunicación y la información, y al conocimiento.

Re-plantearnos un modelo de comunicación capaz de recuperar, re-mirar y reflexionar sobre el camino andado en nuestro continente, en relación con la utopía/anhelo de crear las condiciones que permitan el ejercicio del derecho a la comunicación, es una tarea urgente. De otra manera y en definitiva, transformar nuestra sociedad, para hacerla más justa, inclusiva y democrática, no será posible sin otra comunicación.